Hay voces en la habitación de al lado que se diluyen bajo una plancha transparente. Tres o cuatro vestidos me impiden el paso de manera acrílica. Ahora el silencio se condensa en una nube de flores de plástico, argumentos vanos, ganas de besarte y saber que no hay nada más allá de tu nuca. Donde no puedo llegar. Donde me observan cada hálito de sueño. Si tuviera una máquina del tiempo te repetiría mil veces los momentos que nos dieron vértigo y abusaron de nuestra inocencia. Huele a flores secas bajo el peso del verano muerto. No hay nada más allá de tu nuca, excepto el mareo de saber que no hay nada más.
1 comentarios:
Antídoto y veneno.
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