Astrolabio

A lo lejos
-un lejos afinado en sorbo de cometa-
suena un astrolabio,
el sueño blanquísimo del azabache.
Se oye al infinito volcando galaxias, espacios:
el infinito volcando infinitos.

Llega, callada, la extraña, la reveladora
superficie de la nada
y en dos mitades rompe su pómulo perpetuo
como si hubiese oído el respirar de los astros.
Sólo ella conoce el roce
de la esquela discontinua,
el trayecto inconcluso de la cera derretida,
la arena azul desleída sobre la ruina.
No quiso bautizar su almuerzo de lamentos.
Sigilos faltos de afecto cubren el vacío.

No es ser el sueño del sonido,
el plato donde comen tiempo y fuga las estrellas,
pues el silencio recibe a cada vuelo
su mayor exponente.
Un espacio sin espacio
pero el dictado diminuto en un insulto unitario,
una losa en un espacio sin perfume
y los brochazos de piel entre los dientes
tras cada crimen divino.

Bien podría el cosmos abrazar a sus siervos
mas sólo araña y a dentelladas
descose el instante fundido en la boca.
En la trastienda de la nuca.
Escuece el infinito.



























próximamente en papel

4 comentarios:

Bruno Hachero | 5 de enero de 2011, 21:36

Qué ganas tengo de conocerte, en el más amplio sentido de la palabra. ¡Eres todo un mundo!

Ese próximamente en papel me ha encantado... :)

Isabel Tejada Balsas | 6 de enero de 2011, 19:09

brutal!

fgiucich | 7 de enero de 2011, 14:52

La complejidad del alma estalla en estos versos que atrapan. Abrazos.

Néctar de lluvia | 7 de enero de 2011, 15:41

El infinito no puede ser nada más que infinitvo constante.

Me alegro de eso de próximamente en papel.

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