Mujer barbuda

Su pecho acobardado se abre paso
a las caricias más ásperas.
La sustancia que la completa
no entiende de disfraces.
Abre su boca y se oye el ruido
de mil noches de tormenta.
Su cara áspera no prende
bajo la llama del mundo,
áspero pesar por los hijos muertos
en la tormenta de las noches.
Ásperas.